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Alejandra Guzmán hizo gozar al Perú luego de 17 años de ausencia

El rock vivió anoche una de sus galas más espectaculares cuando un verdadero torbellino llamado Alejandra Guzmán arrasó con el Jockey Club para beneplácito de sus miles de seguidores que la aguardaron durante 17 años.

El escenario se encendió y se escucharon las primeras notas de “Ladrones”, un movidísimo rock que la gente coreó sin cesar.

 “Qué rico estar en Lima. Ha pasado mucho tiempo sin vernos y por eso ahora les traigo nuevas canciones y nuevos chismes”, le dijo al público que rompía en ovaciones para la diva del rock en español.

 “Míralo, míralo, míralo, ángel desnudo bañado en sudor” decía la “Ale”, cuando contaba y cantaba la historia de una infidelidad.

 Vinieron luego “Dime de verdad”, “Ven” y “Volverte a amar”, mientras la Guzmán hacía derroche de energía y sensualidad, vistiendo un atuendo corto de color azul.

 La artista mexicana, a la que la rebeldía se le escapa por los poros, confesó en un vídeo que le toco vivir muchos momentos de dolor y que solo su música la ayudó a no volverse loca.

 “Y aquí estoy después de 18 cirugías, una cadera de titanio y otras cosas más”, dijo para entregarle a su público temas como “Toda la mitad”, “Lipstick” y “Ángeles caídos”.

 Fiel su estilo desenfadado y vital, la hija de la primera actriz mexicana Silvia Pinal rockeó sin parar al ritmo de “Loca”, “La ciudad ardió”, “Quítatelo” y su celebrada “Malahierba”.

 Poco después llegaron dos de sus más recientes y esperados éxitos: “Día de suerte” y “Mi peor error”, temas que, según se conoce, hablan del inicio de uno de sus romances y también de su triste desenlace.

“Dicen que no importa cuantas veces uno se caiga, sino cuantas se levanta (…) me equivoqué muchas veces pero nunca me di por vencida”, dijo la Guzmán y una vez más recibió la ovación de su fanaticada, que agotó las entradas para su concierto.

Un video en el que la cantante confiesa su orgullo por ser hija de Enrique Guzmán “el precursor del rock en América Latina”, precedió a la interpretación del clásico “La plaga”, momento en el que hizo gala de su dominio de la batería.

No podían faltar “Hey guera”, la canción dedicada a Paulina Rubio con la que – se dice – disputó el amor del también artista Erick Rubín y la imperdible “Yo te esperaba”, con la que cuenta las emociones sentidas mientras esperaba a su única hija, Frida Sofía.

El cierre fue espectacular con su “Eternamente bella”, que al inicio interpretó con un arreglo especial mucho más cadencioso para hacerlo estallar luego en un estruendoso y rítmico rock.

Con “Reina de corazones”, Ale Guzmán volvió a decirle a su público que ella era “el sueño de todos, propiedad de nadie y que “hacer el amor con otro” no es igual porque no hay estrellas de color rosa y no destilan los poros del cuerpo.

Una falsa despedida y la diva de la voz ronca retornó para decir adiós con “Un grito en la noche”. Fueron en total 24 canciones en una noche de mucho rock y su poquito de romanticismo que le hicieron sentir al público que valió la pena esperarla 17 años.

 

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